La Cultura Contemporánea ha forjado sus
ideales en el ámbito externo, es decir, hemos forjado estereotipos, arquetipos
y/o modelos basándonos en cualidades externas dejando en segundo plano el
ámbito interno del ser humano.
Hemos llamado a nuestra era: “La era de las
comunicaciones”, no obstante, la falta de información, la manipulación de ésta
y la falta de ética comunicativa nos ha llevado a una seria desinformación
sumergida en la ignorancia. Como ejemplo basta comentar el amarillismo
creciente en los noticieros, alimentado por el morbo, que ha dejado a un lado
noticias edificantes dentro de áreas trascendentales como la ciencia y la
cultura.
El conocimiento logosófico resulta un
importante aporte en el rescate de esto último, a través de su método busca
instruir al hombre en El conocimiento del
mundo mental, trascendente o metafísico, donde tienen origen todas las ideas y
pensamientos que fecundan la vida humana.[1] Esto se refiere a
que la instrucción del ser humano dentro de las riquezas que encierra dentro de
sí mismo, resulta uno de los grandes objetivos planteados por su autor.
Dentro del método establecido por la Logosofía
encontramos una valiosa aportación para replantearnos ¿qué es el mundo mental,
trascendente o metafísico?, ¿existe dicho mundo? Y en caso afirmativo ¿cómo es
que puedo acceder a él? Si bien es cierto la cantidad de “fórmulas mágicas” o
“caminos extravagantes” surgidos en las últimas décadas nos han vuelto
escépticos y recelosos referente al tema, el método logosófico nos plantea que
no se requieren complejas prácticas ni riesgos morales o físicos para ello,
sino más bien a través del conocer nuestra mente dentro de su capacidad
creadora a través del uso de sus diferentes facultades[2] y el
uso de éstas para fines elevados es la única vía por la que el ser humano es
capaz de acceder a dicho terreno. En la vida cotidiana utilizamos en diferentes
momentos nuestras facultades, sin embargo, la mayoría de las veces nos pasa
inadvertido el cómo las utilizamos, a través del método de estudio propuesto
por el autor de la Logosofía, paulatinamente logramos establecer una conciencia
respecto a nuestro propio sistema mental con el firme objetivo de optimizar
nuestros recursos para beneficio propio. En suma, la Ciencia Logosófica nos
invita a la alta reflexión en el potencial humano con el único fin de forjar
una nueva cultura, una cultura basada en un real humanismo donde el ser humano
vale por sus riquezas internas más que por su apariencia. Para mayor
información recomiendo acercarse a la rica bibliografía dejada por su autor:
Carlos Bernardo González Pecotche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario