SOBRE EL CONOCIMIENTO DE SI MISMO
Por: Yandí Luzardo Alvarado
Desde
lejanas épocas el hombre ha presentido o intuido que detrás del conocimiento de
si propio se oculta un gran desiderátum, un profundo misterio que ansía
descifrar.
Ya
en el frontispicio del templo de Delfos, en la Grecia clásica aparecía la
leyenda: Conócete a ti mismo.
Nos dice el Autor de la
Logosofía que:
“La verdadera vida es la que la logosofía enseña a vivir.
Cuenta esa vida con dos campos o zonas perfectamente definidas: la interna,
donde el espíritu absorbe el conocimiento de sí mismo (elixir de felicidad), y la externa, donde el ser prueba la consistencia de las excelencias logosóficas en la práctica diaria.” Exégesis Logosófica, Página 25.
donde el espíritu absorbe el conocimiento de sí mismo (elixir de felicidad), y la externa, donde el ser prueba la consistencia de las excelencias logosóficas en la práctica diaria.” Exégesis Logosófica, Página 25.
Y más adelante en el mismo libro:
“A esta altura del movimiento logosófico, tras cinco lustros
de valiosísima experiencia, son ya indiscutibles los resultados extraordinarios
obtenidos por la enseñanza logosófica, que abre a los hombres nuevos horizontes
y señala como ruta única para trasponerlos, la del conocimiento de sí mismo,
del mundo mental o metafísico, de las leyes universales y de Dios.” Exégesis Logosófica,
página 38.
Como el lector habrá podido observar el conocimiento de sí
mismo constituye toda una clave para descifrar no solamente el misterio de la
propia vida, sino también alcanzar todo aquello que permanece como profundos
anhelos de una existencia plena en el
vasto sentido de la palabra.
Como una primera etapa
para ir penetrando dentro de mi mismo y
gracias a la aplicación de método logosófico he podido paso a paso ir constatando cómo está estructurado mi mundo interno; por una parte lo que conforma el “sistema mental” constituido por facultades como la de pensar, razonar, juzgar, observar,etc., y por otro, los pensamientos, estos últimos que tienen vida propia, y lo más sorprendente, que pueden tener actividades dependientes o independientes de la propia voluntad.
gracias a la aplicación de método logosófico he podido paso a paso ir constatando cómo está estructurado mi mundo interno; por una parte lo que conforma el “sistema mental” constituido por facultades como la de pensar, razonar, juzgar, observar,etc., y por otro, los pensamientos, estos últimos que tienen vida propia, y lo más sorprendente, que pueden tener actividades dependientes o independientes de la propia voluntad.
Además
fui conociendo mi sistema sensible conformado a su vez por facultades sensibles
como las de sentir, querer, consentir, perdonar, etc., y los sentimientos, tan
afectados en tantas oportunidades por las fluctuaciones temperamentales,
generadas muchas veces por los propios defectos y los ajenos, verbigracia,
susceptibilidad, soberbia, egoísmo, intolerancia, amor propio, etc., etc.
Precisamente,
la primera labor a la que me he tenido que enfrentar en ese penetrar dentro de
mi mismo ha sido
”individualizar, clasificar y seleccionar" pensamientos
propios y ajenos, que eran los dueños de una parte muy importante de mi vida.
Así,
paulatinamente, fui tomando el control de lo que ocurría dentro de mi propio
ser, para lo cual naturalmente necesité auxiliarme con enseñanzas básicas
extraídas de la inagotable fuente de la sabiduría logosófica y de la
orientación precisa dada por el autor de esta Ciencia, don Carlos B. González
Pecotche, para aplicarlas correctamente a mi vida.
Todo
esto englobado dentro de un “proceso de evolución consciente”, magistralmente trazado
por el Autor de esta nueva y revolucionaria ciencia. Sin esta noble y hermosa
tarea de superación integral el conocimiento de sí propio continuará siendo una
meta inalcanzable.
Cambiar
para bien en nuestra manera de pensar, sentir y actuar y superarnos en todos
los órdenes,es el primer requisito para penetrar paulatinamente dentro de ese
ser ignorado que somos nosotros mismos y culminar con el conocimiento del
propio espíritu para penetrar así en el mundo trascendente, metafísico o causal,
tan anhelado por el propio ser cuando comienzan a aflorar dentro de sí las
inquietudes acerca de nuestro origen, destino y objeto de nuestra vida.
De
esta manera, eliminando de nuestro ser lo que nos limita y por momentos nos
agobia, iremos gradualmente conociendo gradualmente los rincones de nuestra
mente e inundando de luz y alegría lo que antes era oscuridad, infelicidad y
sufrimiento.
Como
habrá podido observar el lector, el conocimiento de sí propio dejará de ser una
meta inalcanzable si sumamos al empeño inteligente el auxilio del método
Logosófico y de los conocimientos trascendentes que conforman esta original
fuente de saber.
Y
como corolario de estas reflexiones, transcribo un párrafo del libro
anteriormente aludido:
“Nada más vasto y grandioso, desde el
ángulo de las posibilidades humanas, que este descubrimiento. Sin conocer el
fondo cabal del mismo, es muy difícil e ingrata la tarea de los desplazamientos
de la naturaleza inferior del hombre en favor de la superior. Es que los actos
trascendentales de la vida están vinculados íntimamente al plano mental y espiritual. De ahí la necesidad imperiosa que obliga al hombre a conocerse a sí mismo mediante el proceso de sabiduría que implica descubrir cómo accionan los sistemas que integran el mecanismo microcósmico, o sea su propio mundo interno, consciente de cuanto en él ocurre.”
trascendentales de la vida están vinculados íntimamente al plano mental y espiritual. De ahí la necesidad imperiosa que obliga al hombre a conocerse a sí mismo mediante el proceso de sabiduría que implica descubrir cómo accionan los sistemas que integran el mecanismo microcósmico, o sea su propio mundo interno, consciente de cuanto en él ocurre.”
Exégesis Logosófica,
página 40.
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