14 mar 2013

La importancia de la colaboración

El fomento de la colaboración que debe propiciarse 

Artículo publicado en Revista Logosófica en octubre de 1942, pág. 03



Existe en el conjunto de las actividades que se desenvuelven en el país, pero muy especialmente en las ciudades donde se concentra la mayor parte de la población, un sinnúmero de circunstancias que amargan la vida de sus habitantes y afectan grandemente los intereses personales, el concepto de las instituciones y la paciencia general. 


Todas estas circunstancias, que no son otra cosa que obstáculos, dificultades y cuestiones de toda especie suscitadas por las deficiencias de nuestras leyes e instituciones, acarrean a diario, como hemos dicho, serios disgustos, los que bien podrían evitarse con sólo tomar las medidas que corresponden. 

Mas he ahí que los afectados por tales trastornos no saben ni tienen a quien dirigirse para expresar cuanto les ocurre. Se sufre, se tolera y calla, y así una y otra vez. 

A todo esto, los hombres de gobierno, en cuyas manos está la solución, ignoran lo que pasa a los súbditos de la nación, y lo ignoran en razón de que no hay quien les informe debidamente de lo que acontece en ese orden de cosas. 

No ocurriría esto, así lo entendemos, si el Gobierno tuviese la feliz idea de crear un Departamento de Control y Estudio, dependiente del Poder Ejecutivo, que tomase a su cargo la misión de organizar un archivo de antecedentes en el cual pudieran reunirse las deficiencias observadas en nuestras leyes y en nuestra organización institucional y administrativa. Este Departamento, en virtud de sus funciones, podría promover entre la opinión pública una gran encuesta que encarnaría el espíritu de colaboración de todos los habitantes del país. Se trataría de requerir a los ciudadanos en general, cada una de las deficiencias observadas en las múltiples circunstancias en que les hubiese tocado sentir el peso de las mismas, y aun experimentar el hecho de ver afectados sus intereses, que son también los de todos los habitantes del país. 

La razón de esa encuesta sería, luego de haber sido ampliamente documentados y verificados los perjuicios que las mismas causan a la vida nacional, la de corregir en un breve lapso tales fallas. 

La importancia verdaderamente fundamental de esta misión de reajuste, diríase, institucional, sería la de evitar los innumerables perjuicios y trastornos que se ocasiona a cada habitante en las múltiples gestiones que debe hacer frente a la Administración Nacional, comprendiendo todas sus dependencias, y ante la Administración de la Justicia y las Municipalidades. Se sabe que estos perjuicios y trastornos muchas veces asumen serias proporciones, deprimiendo el ánimo de la gente, descorazonándola, y, en muchos casos, violentan el espíritu indignado de los que yendo por la vía legal y en cumplimiento de lo que disponen las leyes, se encuentran ante arbitrariedades que conducen a la ilegalidad y que revisten las gestiones poco menos que con los caracteres de una tragedia. 

Un reajuste eficaz y equitativo, que pusiera coto a los desbordes del pasionismo inescrupuloso de quienes, como hemos dicho, amparados por esas deficiencias, medran y hacen su agosto a costa de las personas honradas, cumplidoras y de mérito, impediría que individuos sin responsabilidad, únicos favorecidos con la imperfección orgánica de nuestras instituciones y leyes, aprovechasen tal circunstancia para afectar y lesionar a los hombres e instituciones. 

Una vez efectuada la documentación pertinente y comprobadas las fallas que dan lugar a esas maniobras fraudulentas, las altas autoridades de la Nación podrían abocarse al estudio y análisis de la misma y disponer lo pertinente, a fin de rectificar los errores de interpretación o de estructuración de las disposiciones en vigencia, complementando la reglamentación de las leyes en las que se hayan observado omisiones fundamentales que complican el libre trámite del expediente y que llegan, en muchos casos, hasta a hacer fracasar las gestiones frente a la imposibilidad de poder ajustar los intereses privados, en los que el factor tiempo es uno de los elementos de mayor apremio, a las imposiciones que aparecen como arbitrarias en la aplicación de los decretos o de las leyes. 

Un gran buzón, cuya finalidad se daría a conocer, podría recoger del público anónimo las mejores informaciones y hasta consejos sobre los medios más eficaces de solucionar los problemas que crean las deficiencias referidas; sería como el oído del Gobierno escuchando al pueblo que quiere colaborar con él y a la vez, hacerle llegar directamente las mil causas que entorpecen la vida normal de cada habitante del país.


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