Sobre la Ley de Igualdad
Por: Yandí Luzardo Alvarado
La igualdad en infinidad de ocasiones se le ha relacionado con un sentido de justicia, de justo equilibrio entre los diversos sectores que componen el medio social.
Ya a fines del siglo XVIII en plena Revolución Francesa surgió el lema de: “Libertad, igualdad, fraternidad”, ante las injusticias generadas por una nobleza apática y disoluta que era mantenida por el resto de la sociedad de ese entonces presentando esta última un lamentable cuadro de indigencia, hambre y pobreza.
Por similares razones se dieron en los comienzos del siglo XX las revoluciones Mexicana y Rusa.
Sin embargo muchos de los revolucionarios, guiados incluso por las mejores intenciones, pretendieron crear una igualdad a rajatabla aunque felizmente en la actualidad ya superado aquel concepto se entiende como correcto que se creen las mismas oportunidades para todos, pero no los mismos derechos y no me estoy refiriendo a derechos básicos como a la vida, a las salud, a la educación, etc., sino a aquellos otros que se van ganando con el esfuerzo individual y que permiten al ser humano ascender en el rango social de acuerdo a sus esfuerzos, conocimientos adquiridos, valores, capacidades y conductas en franca superación.
Sin embargo hay quienes se aferran a conceptos ya superados y pretenden igualar a las personas en los niveles más bajos siendo inexorablemente a la larga sancionados por la Ley de Igualdad al impedir ésta, que aquellos que partieron de niveles diferentes o no hicieron el esfuerzo por asimilar las exigencias del proceso que conduce a diferentes logros u objetivos, alcanzar el nivel, las capacidades o los conocimientos pretendidos.
Por ejemplo, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México acepta por sorteo el ingreso de los estudiantes que quieren continuar sus estudios en dicha Universidad .
En el resto de la Universidades del mundo, se valida el ingreso a las mismas por promedios aceptables logrados en la Preparatoria o se llevan a cabo exámenes de admisión.
Definitivamente, más por razones demagógicas que por un estricto sentido de justicia, este tipo de medidas generan a la larga serios déficit como es el caso de esta universidad que en más de un decenio sólo ha permitido que ciento y tantos alumnos se recibieran…, a un costo de ochocientos y tantos millones de pesos anuales.
Algo similar ha ocurrido en nuestro sistema educativo que con el “pase automático” se ha premiado la incapacidad de los egresados en los diferentes grados escolares por satisfacer un mínimo de las exigencias de los cursos impartidos.
Con estos dos ejemplos basta para ver cuán distorsionado está el concepto de igualdad y cómo la Ley sanciona con muy pobres resultados normas tan equivocadas. Nos dice el Autor de la Logosofía, don Carlos B. González Pecotche en la Colección de revistas de Logosofía, tomo II. Página 112, párrafo 2 :
“He ahí la verdadera igualdad; la sabia, la justa, la incuestionable; la que brinda a todos la misma oportunidad. El propósito humano no debe tender jamás a buscar la igualdad por la violencia o por medios arbitrarios, pues lograrlo traería una igualdad injusta, o peor aún, una simulación de igualdad.
Todo hombre ha de tratar de igualar a aquel que por sus esfuerzos o por cualquier circunstancia que él ignore, está por encima suyo. La igualdad ha de concebirse en un plano de equidad y de justicia, y el que se encuentra abajo debe ascender hasta donde se halla el que está más arriba, si es a éste a quien quiere igualar. El que se inicia en la carrera militar, por ejemplo, sabe que sólo por la realización y por el estudio habrá de ir conquistando sus grados y alcanzando a cada uno de sus superiores en sus respectivas jerarquías, hasta igualar a aquel que lleva las jinetas de general. Pero para ello, le será necesario ser también un general. Sería absurdo que el militar incipiente pretendiese que el de mayor jerarquía lo igualase retrocediendo hasta colocarse en su posición, siendo que es a él a quien corresponde efectuar la trayectoria ascendente que lo lleve a igualarse con su superior.”
Como el amable lector habrá comprendido el concepto Logosófico de igualdad difiere en mucho del común y la Ley de Igualdad en su inexorabilidad concederá una igualdad de derechos, potestades y prerrogativas a los que están en determinado momento en el mismo nivel o plano de igualdad y a la vez a quién comprenda esta realidad le brindará el estímulo permanente de superarse y alcanzar a los que están por encima de su realidad presente y disfrutar así en un futuro de los beneficios que brindan niveles superiores de conciencia.
"En suma: la igualdad es una ley de orden universal que da al hombre la comprensión de lo que es, conforme al lugar o posición en que está situado. Según el decir bíblico, Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza; esto no quiere significar que le hizo igual a Él, pero dióle a entender que la igualdad era el camino que debía recorrer hasta alcanzar su imagen y semejanza.”
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