Por: Carlos B. González Pecotche
Artículo publicado en diciembre de 1943, pág. 09
Es muy común equivocar el concepto que realmente debe tenerse sobre el acto de observar, o sea, sobre la observación que se efectúa en las mil oportunidades que a diario se presentan a la mirada o al juicio propio.
Podría decirse que es tendencia general el observar para criticar o para señalar defectos, esgrimiendo de constante la ironía sutil, que se bosqueja en el rostro al descubrir en el semejante las fallas o imperfecciones de su carácter o proceder. Recién cuando se siente sobre sí la intolerancia ajena, la misma que uno manifestara antes para con. los demás, es que se advierte la necesidad de volver los ojos hacia motivos que predispongan mejor su juicio y que no resulten, como en el caso anotado, enojosos para el mismo.