1 feb 2013

Logosofía — Estudios intensivos: Subconsciente, Automatismo mental e Inconsciente.


Artículo publicado en Revista Logosófica en noviembre de 1941 pág. 21



Subconciencia.



El subconsciente está formado por imágenes mentales archivadas que ya no tienen actividad o vigencia. 


Supongamos a un estudiante que deja de ejercer durante largos años la ciencia que aprendió. Llegará un momento en que todos aquellos conocimientos se trocarán en elementos pasivos. No los ha de olvidar, los recordará como simples nociones, pero no podrá utilizarlos con rapidez ni seguridad si alguna emergencia se lo reclamase. En esas condiciones, los conocimientos pasan a ser subconocimientos. Su conjunto constituye la subconciencia. 

Puede el estudiante tratar de reanimarlos y volverlos a su anterior estado de brillantez; en tal caso, es la conciencia la que toma de la subconciencia las imágenes que en ella están archivadas, para ponerlas de nuevo en actividad. 




Automatismo mental
es la acción espontánea del consciente. 

La psicología común establece que es la función subconsciente; grave error, puesto que la función automática a que nos referimos representa un grado más avanzado de la función consciente y no una regresión de la misma, como supusieron tantos autores. El músico que repasa muchas veces una pieza hasta ejecutarla sin necesidad de fijar en ella su mente, el conductor de un auto que puede ir manejando y conversando a la vez, representan el conocimiento en un grado de adelanto y seguridad mayor. En el segundo caso, el chofer ha logrado reducir todas las complicaciones del comando, de las reglas de tráfico, del idioma que habla y de los conceptos que está tratando en la conversación, a una acción simultánea y espontánea de la conciencia. Ello señala un estado de agilidad, brillo y seguridad de conocimiento, que bien puede considerarse una excelente conquista y una feliz culminación de procesos conscientes que permiten utilizar todas las ventajas con el mínimo de esfuerzo. 

Hemos tomado por base los casos más vulgares. Si la misma circunstancia es trasladada a personas de mayor ilustración, observaremos una influencia decisiva en sus posibilidades hasta el punto de obrar con entera rapidez y casi simultáneamente en diversas emergencias que requieran su pronta y eficaz atención. 




La inconsciencia
refleja el estado de quien emplea imágenes sin el control de la conciencia. De la inconsciencia al desvarío hay escasamente una pulgada, puesto que no actuando la razón en el inconsciente, la imaginación se extravía en el laberinto de imágenes que en forma desordenada actúan dentro de la mente ( 1 ). 

(1) Sobre dichos temas nos ocuparemos oportunamente a fin de ampliar, con las conclusiones importantísimas que presenta la concepción logosófica, estos puntos tan vitales para el conocimiento humano.


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